
Brasil entró en las arenas movedizas de la crisis de Venezuela. Al presidente Jair Bolsonaro y su canciller Ernesto Araújo les gustaría ser parte activa del “operativo ayuda humanitaria”. Pero enfrentan a los militares que se oponen a las aventuras.
SAN PABLO (Eleonora Gosman).
Apenas dos camionetas dejaron Boa Vista, por la mañana de este sábado 23, rumbo a Pacaraima. Llevan una pequeña fracción de toneladas de alimentos que las autoridades brasileñas acumularon en Boa Vista. Pero solo una de ellas llegó por la tarde al límite con Venezuela y quedó detenida en la aduana. El otro vehículo, que había quedado en el camino, arribó a Pacaraima más tarde. Pese a lo limitado de la acción, el canciller Ernesto Araújo aprovechó la oportunidad para ofrecer una conferencia de prensa en la frontera. De las 200 toneladas que se acumulan en la capital de Roraima, apenas el 10% proviene de donaciones brasileñas. El resto fue provisto por Estados Unidos, según informó la embajada norteamericana en Brasilia.
Al concluir el encuentro con los periodistas, una de las camionetas desfiló frente a los profesionales. Acentuó así la imagen de precariedad que adquirió el operativo “humanitario” del gobierno de Jair Bolsonaro. Los vehículos, viejos y en mal estado, transportaron tan solo leche y arroz. Enviado especial de Folha de São Paulo, el periodista Fabiano Maisonnave, que fue corresponsal en Caracas, describió la situación fronteriza: “Desde el lado brasileño se puede avistar a grupos de militares venezolanos que se distribuyen a lo largo de la frontera seca. Para cruzar, es preciso recorrer varios kilómetros a pie por un camino montañoso”. En su crónica reveló que, más allá de la preocupación con eventuales conflictos, “los habitantes del lado brasileño temen quedarse sin combustible. No hay siquiera una estación de servicio en el trecho que va de Boa Vista a Pacaraima”. Y continúa: “Cuando la frontera está abierta los brasileños se abastecen en una estación de servicio para extranjeros. Aun cuando sea más caro, el precio es más barato”. En su relato, el litro de nafta cuesta del lado venezolano la mitad que del lado brasileño.
La inacción temporaria en esa zona limítrofe tiene su explicación. Los militares brasileños rechazaron protagonizar enfrentamientos con las fuerzas venezolanas. Dijeron que su participación llegará a una distancia prudencial de la línea que los separa de Santa Helena. Bolsonaro se reunió la noche del viernes con el presidente de la Corte Suprema, José Antonio Toffoli; el titular de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia y el jefe del Senado, Davi Alcolumbre. Entre ellos no hubo consenso. Maia se opuso a cualquier aventura militar, junto con los ministros-generales. Toffoli y Alcolumbre se pronunciaron a favor del operativo de “ayuda”. Fuentes próximas a los ministros Augusto Heleno y Santos Cruz (ambos generales retirados) dijeron que para estos “Brasil podría emitir señales equivocadas al involucrarse en la crisis en Venezuela en un momento en que la disputa política en el país vecino está en auge”. Afirmaron también que “Bolsonaro garantizó a ministros y jefes de los otros poderes que no permitirá a tropas de Estados Unidos ingresar a Venezuela desde el lado de Brasil”.